Vivir en el extranjero: Desafíos y estrategias del proceso adaptativo
- Nicole Maldavsky
- 18 ago 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 nov 2024
Vivir en el extranjero es una experiencia profunda y transformadora que conlleva una serie de desafíos en un amplio espectro, tanto en dimensiones externas como internas de nuestra experiencia. Este proceso, además de las dificultades logísticas y el sinfín de trámites por realizar; entre otras cosas, implica también transitar un proceso adaptativo sustancial frente a una nueva cultura, idioma, entorno social e incluso la propia identidad; pudiendo tornarse algo igualmente abrumador como enriquecedor.
Entre los desafíos externos del proceso de migración al extranjero, caben destacar tres dimensiones:
Barreras idiomáticas y culturales: Especialmente cuando el traslado es a países donde el español no es la lengua predominante. Pudiendo dificultarse la integración social, el acceso a servicios básicos y el desarrollo profesional. La diferencia cultural también juega un papel significativo, ya que las normas, valores y costumbres pueden ser radicalmente distintos a los del país de origen, lo que puede generar una sensación de alienación o "shock cultural".
Redes de apoyo: Al migrar al extranjero se deja atrás a personas trascendentales en nuestra cotidianidad como familiares y amigos, lo que puede resultar en la falta de una red de apoyo inmediata. La construcción de nuevas relaciones puede ser un proceso lento y desafiante, especialmente en culturas donde las dinámicas sociales son diferentes. Esta carencia de apoyo emocional puede contribuir a sentimientos de soledad y aislamiento.
Dificultades laborales y económicas: Adaptarse a un nuevo mercado laboral, con diferentes reglas, competencias y expectativas, puede ser complejo. Muchos extranjeros enfrentan dificultades para encontrar trabajo en sus áreas de especialización, lo que puede llevar a una disminución en su nivel socioeconómico y generar frustración y estrés.
Entre los desafíos internos del proceso de migración al extranjero, cabe destacar:
Identidad y sentido de pertenencia: El proceso de migración compromete la identidad de una persona. Adaptarse a una nueva cultura sin perder el sentido de identidad e ir integrando las transformaciones que va experimentando la propia identidad pueden ser un proceso delicado. Además se pone en juego el sentido de pertenencia, hay una sensación de encontrarse “entre dos mundos”, el del país de origen y el del nuevo país, pudiéndose generar un conflicto interno y surgiendo cuestionamientos como “donde realmente pertenezco”.
Estrés y ansiedad: El cambio rápido, diario y constante y la incertidumbre que acompañan este proceso pueden desencadenar altos niveles de estrés. La preocupación por el futuro, las expectativas, el miedo al fracaso en la adaptación y la presión por alcanzar ciertos estándares en un nuevo país son fuentes comunes de ansiedad.
Duelo migratorio: Indiscutiblemente como parte de todo este proceso, existe una pérdida y frente a esta el inicio de un proceso de duelo. Dejar atrás el hogar, la cultura, la familia, los amigos, extrañar ciertos lugares, costumbres, perder ciertos roles o estatus dentro de una comunidad, entre otras facetas que se dejan atrás para emprender un nuevo camino desconocido implican transitar inevitablemente un proceso de duelo.
Sintomatología común en el proceso de Adaptación
Las dificultades adaptativas pueden manifestarse en una variedad de síntomas y en algunos casos configurar cuadros mas complejos, de los más comunes incluyen:
Tratornos del estado de animo: A menudo asociada con la sensación de pérdida, soledad y desesperanza. Cuando el proceso de adaptación se dificulta se puede configurar un trastorno adaptativo con síntomas similares a una depresión; la tristeza persistente, la falta de energía y la disminución del interés en actividades que antes resultaban placenteras son algunos de los síntomas a vigilar.
Ansiedad generalizada: Experimentar una preocupación constante sobre la situación presente y futura. La ansiedad puede manifestarse en síntomas físicos como palpitaciones, dificultades para respirar, insomnio, tensión muscular entre otros síntomas.
Síntomas psicosomáticos: El estrés y la ansiedad pueden traducirse en síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos y fatiga crónica. Estos síntomas psicosomáticos son una respuesta del cuerpo al estrés psicológico acumulado.
Síndrome de estrés postraumático (TEPT): En casos donde la migración ha sido forzada o se ha experimentado violencia o situaciones traumáticas antes, durante o después del proceso migratorio, podrían presentarse síntomas como flashbacks, pesadillas, hipervigilancia y evitación de situaciones que recuerden el trauma.
Estrategias de adaptación y bienestar
Para enfrentar estos desafíos, es esencial que se desarrollen estrategias de adaptación y buscar apoyo cuando sea necesario:
1. Construir nuevas redes de apoyo: Involucrarse en comunidades, grupos de apoyo para extranjeros o apuntarse a actividades que permitan la socialización puede ser clave para reducir el aislamiento y mejorar la sensación de pertenencia.
2. Mantener conexiones con la cultura de origen: Mantener vínculos con la cultura de origen a través de tradiciones, comidas, rutinas y el contacto constante con familiares y amigos en puede proporcionar un sentido de continuidad y estabilidad.
3. Buscar apoyo profesional: La terapia psicológica, puede ser una herramienta invaluable para procesar las emociones y desarrollar estrategias de adaptación saludables. Las consultas online además permiten a los acceder a apoyo especializado desde cualquier lugar del mundo y recibir un acompañamiento y orientación que se sienta cercano al establecer un vinculo terapéutico con un profesional del país de origen.
4. Fomentar la resiliencia: Desarrollar habilidades de afrontamiento, como la flexibilidad, el optimismo y la capacidad de resolver problemas, es crucial para adaptarse a un nuevo entorno. La resiliencia no solo ayuda a sobrellevar los desafíos inmediatos, sino que también permite transformar la experiencia migratoria en una oportunidad de crecimiento personal.
5. Establecer una rutina diaria: La creación de una rutina diaria que incluya tiempo para actividades laborales, sociales, recreativas y de descanso puede proporcionar una estructura que ayude a reducir la incertidumbre y el estrés. Establecer metas a corto y largo plazo también puede ser útil para mantener un sentido de propósito y dirección.
6. Explorar y conocer el nuevo entorno: Dedicar tiempo a conocer el nuevo país, su cultura, historia y lugares puede convertir el proceso de adaptación en una experiencia enriquecedora. Explorar nuevos lugares y participar de la vida local no solo ayuda a familiarizarse con el entorno, sino que también puede despertar un sentido de curiosidad y aventura, transformando el desafío en una oportunidad.
7. Practica de Mindfulness: El Mindfulness es una práctica basada en el budismo Zen y adaptada a occidente, que centra el foco de atención en el aquí y ahora, fomentando nuestra habilidad de estar presentes en nuestra propia experiencia. Esta disciplina permite ir encontrando espacios de paz interior y con el entorno incluso en momentos de estrés o incertidumbre. Practicarlo a diario puede mejorar significativamente el bienestar emocional en este proceso.
Vivir en el extranjero es un proceso que implica tanto oportunidades como desafíos. Reconocer y abordar las dificultades adaptativas, así como la sintomatología asociada, es esencial para una integración exitosa y para el bienestar psicológico. Si bien el camino puede ser difícil, con las estrategias adecuadas y el apoyo necesario, es posible construir una vida plena y satisfactoria en un nuevo país.
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